Hacer deporte y, en definitiva, realizar actividad física es uno de los factores más importantes para huir del sedentarismo y mantener un buen estado de salud. Realizarlo de forma regular ayuda a nuestro cuerpo, que se vuelve más elástico, fuerte y resistente. No obstante, la práctica deportiva también está sujeta a la posibilidad de sufrir lesiones de distinto tipo, ya sean a nivel muscular, óseo o articular.
Cada deporte implica unos beneficios y unos riesgos distintos que analizaremos desde nuestro blog ¡Y a vivir! para que puedas prevenirlos, corregir malas prácticas y hacer que tus entrenamientos sean mucho más seguros y beneficiosos para tu cuerpo. En esta ocasión, analizaremos las lesiones más comunes en la práctica del ciclismo. ¿Es este tu deporte? ¡No pierdas detalle!
Las lesiones más frecuentes en el ciclismo
El gran beneficio del ciclismo es que, al no ser un deporte de impacto, no es especialmente traumático para el cuerpo. Por este motivo, si dejamos de lado las lesiones producidas por caídas, que sí que tienen un origen traumático, la mayoría de lesiones que se producen durante su práctica son debidas a una mala postura sobre la bicicleta, a una mala elección de sus componentes o a un sobreuso o exceso de kilometraje.
Para disfrutar por completo de este deporte es imprescindible asegurarse de que los ajustes de la bicicleta están correctamente regulados para las características de nuestro cuerpo: la altura del sillín, la posición del manillar, la posición de la cala, etc. Si alguno de estos ajustes no está correctamente adaptado, es posible que aparezcan molestias o lesiones en el cuerpo que afecten a nuestro rendimiento o incluso impidan que podamos seguir realizando la actividad. Por tanto, tener una buena postura y unos ajustes adecuados en la bicicleta favorecerá un mayor rendimiento deportivo y prevendrá la aparición de lesiones.
Es posible que cualquier persona que practique o haya practicado de forma regular este deporte haya experimentado en algún momento una molestia localizada en alguna de las siguientes zonas:
La rodilla
El dolor de rodilla es uno de los más comunes durante la práctica de ciclismo. No obstante, si la posición sobre la bici es la correcta, este es un deporte claramente beneficioso para la salud de esta articulación e incluso se recomienda su práctica como terapia de rehabilitación a personas que hayan sufrido lesiones u operaciones en la zona. Las principales lesiones que se presentan en esta zona son la tendinitis rotuliana y la tendinitis del tendón del cuádriceps.
Por tanto, el dolor en las rodillas se suele producir generalmente por un mal ajuste de los componentes de la bicicleta: cuando el sillín está demasiado alto o demasiado bajo, demasiado retrasado o adelantado, o ambas cosas. Es decir, cuando la extensión de la pierna al pedalear es excesiva o cuando se produce una excesiva flexión de la rodilla. Otro factor que también puede afectar es cuando los pedales permiten un exceso de libertad al pie y permite que este se desplace demasiado durante la pedalada.
La zona lumbar
Después de la rodilla, el dolor lumbar es uno de los más frecuentes entre los que practican el ciclismo. Las causas son variadas, pero la principal suele ser una mala postura del ciclista que provoque que la musculatura de la parte baja de la espalda trabaje en exceso y acabe causando molestias. Tener el sillín demasiado alto o retrasado, el manillar demasiado alejado o demasiado alto o bajo puede hacer que el ciclista fuerce la postura y acabe padeciendo una lumbalgia.
En otras ocasiones, aunque la posición sobre la bicicleta sea la correcta, el dolor puede venir provocado por una asimetría entre las dos piernas o a una debilidad de la musculatura encargada de mantener el equilibrio de la pelvis y la columna vertebral, conocidos como músculos core. En estos casos la solución pasará, en el caso de la asimetría, por verificar cuál es la pierna más larga o fuerte y corregir los ajustes en consecuencia y, en el caso de la debilidad del core, por realizar un programa de fortalecimiento de la zona.
Los pies
El dolor, adormecimiento o sensación de quemazón, conocida como pie caliente, son otras consecuencias bastante comunes en la práctica del ciclismo. En ocasiones, el problema se basa en una mala elección de la zapatilla, que puede ser demasiado estrecha o demasiado pequeña para el pie del ciclista, o bien puede estar demasiado apretada y afectar al sistema cardiovascular provocando problemas de circulación y, por tanto, adormecimiento de la zona.
En otros casos, la colocación del pie sobre la cala es el factor que provoca estas molestias. Si la cala está demasiado adelantada, es probable que estos dolores aparezcan. La solución es retrasar la cala para que no se produzcan tantos impactos en la zona del pie en la que hay más terminaciones nerviosas. Otras soluciones altamente recomendables son el uso de cuñas varizantes y plantillas para un mejor reparto del peso sobre la cala.


El cuello, los hombros y las manos
Cuando el dolor en la zona cervical y de los hombros se produce de forma similar en ambos lados, es posible que el problema venga ocasionado por un mal ajuste de la bicicleta. El manillar y/o el sillín pueden estar demasiado altos, bajos, adelantados o retrasados. En el caso de las manos, un mal ajuste de estos parámetros puede provocar un mal reparto del peso soportado por las mismas y, en consecuencia, un exceso de tensión, fatiga muscular y, a la larga, dolor. Esta situación puede mejorar corrigiendo la posición de forma que los músculos estén relajados y con el objetivo de conseguir un mejor reparto del peso sobre la bici.
Cuando la molestia se produce solo en un lado, normalmente es debido a una asimetría en la cadera que provoca que un lado quede más adelantado que el otro sobre la bici. Esto provoca que la parte más adelantada soporte más peso del debido al apoyarse sobre el manillar provocando un aumento de tensión en la zona del cuello, los hombros y las manos. Esta situación se puede corregir reajustando los parámetros de la bici hasta conseguir una postura en la que los hombros estén relajados y bajos.
El culo
La dureza o forma del sillín es, muchas veces, una fuente de molestias para el ciclista. El factor principal que afecta a su comodidad o incomodidad es la distribución del peso sobre el mismo. El objetivo es que la mayor parte del peso recaiga sobre los huesos de la pelvis, y no sobre la zona del perineo, ya que eso puede provocar dolor y sensación de adormecimiento de la zona.
También es importante tener un sillín con la anchura adecuada y el nivel correctamente ajustado. De forma general, el ajuste adecuado es el totalmente horizontal, es decir, que el sillín quede plano respecto al suelo. Por último, la posición del manillar también influye en este tipo de molestias. Si está demasiado bajo respecto al sillín, puede provocar un exceso de flexión del tronco y, por tanto, un exceso de presión en la zona del perineo. Ajustarlo de forma correcta será imprescindible para poder disfrutar del deporte sin molestias en esta zona.